martes, 24 de julio de 2007

Capítulo 2 - El Millonario Tatuado

El director se encontraba mirando hacia el infinito desde el gigantesco trono que tenía por silla de su escritorio. Desde aquella altura, Nueva York se veía como una única e inmensa estructura de metal, que desplegaba un suave color otoñal a medida que el sol se ponía más allá del Empire State: Tal vez el único edificio que superaba en altura al suyo propio ahora que las torres gemelas se habían hundido en la nada.Llevó su copa de vino a sus labios, y saboreó un poco.
El recuerdo de la caída de las torres lo hacía pensar en el futuro, y en el papel que él mismo jugaría en él.
Recordó que hace sólo unos años él no tenía nada de lo que tenía ahora. Era, simplemente, un extranjero en tierra extraña: Un hombre del común, sin muchos recursos, sin muchas oportunidades, pero con una esposa y una hija a las que amaba...
De repende, todas las imágenes le comenzaron a llegar rápidamente: Imágenes de discusiones, imágenes de golpes, imágenes de rabia, imágenes de un accidente... Imágenes que sacudió fuertemente de su cabeza para ahuyentar.
Entonces sonó el teléfono, terminándolo de sacar de su letargo. Se levantó de su silla y caminó hacia el gigantesco escritorio de roble negro, tomando el auricular.
"Señor Osbourne?"
"Dime, Anita"
"Tiene una llamada del señor Dickinson. Dice que es urgente".
"Pásemelo".
Sólo escuchó una frase, pero fue lo suficiente para enterarse de la situación. "Gracias, señor Dickinson. Por favor manténgame informado".
Se levantó, y se quedó de pie frente a la ventana, con los brazos cruzados, contemplando el horizonte, que se había teñido ahora de un color cobrizo. Sonrió. Aún cuando sabía que sería reprendido por el fracaso de sus hombres, el hecho de saber que lo único a lo que su "jefe" parecía temer era real lo tranquilizaba un poco. Era probable que todavía existiera una esperanza...
Entonces escuchó una leve risa en el otro costado de la enorme oficina. Se dió la vuelta y se encontró con una oficina teñida de un color rojo sangre, y una sombra que le hablaba precisamente desde el punto que el sol poniente había dejado ya de iluminar."Estás dándole demasiada importancia a una chiquilla. Realmente crees que ella representa una verdadera amenaza para nosotros?"
Era él. Ése maldito ser. Ésa repugnante criatura que lo había rescatado de los abismos de la depresión y de la autocompasión y lo había convertido en un millonario tatuado, en un hombre importante, en el magnate de los productos químicos alrededor del mundo y en un maldito traidor a su gente. Estaba sentado, fumando tranquilamente, y tomándose un whisky, como si llevara horas ahí. Por lo que sabía, podía llevarlas, como también podía haber aparecido justo antes del pestañeo anterior.
"Podría ser una simple mosca, pero si les causa la más mínima molestia a tí o al Gran Jefe, me hará sentir bien".
Osbourne casi pudo adivinar una ceja levantándose en el rostro de su interlocutor invisible, aún cuando no podía recordar si tenía cejas... O rostro, para ser exacto.
"Qué presuntuoso te has vuelto, Ozzy! -Dijo, en voz burlesca -Quien te oyera diría que eres alguien por tí mismo...".
Osbourne refunfuñó. Odiaba que se lo recordara...
"Qué es lo que quieres?"
"Tu sabes qué quiero -respondió la figura, encogiéndose de hombros como si fuera obvio; Ozzy pudo sentir su mirada mientras se levantaba, aunque sabía bien que en esas cuencas vacías no había ojos. Allí, de pie frente a él, los últimos visos del sol delinearon en llamas a una figura delgada y raquítica, de cabello largo, que apenas parecía poder sostenerse en pie -. A la chica metalizada, viva, ante mí".
El odio que destilaba su voz era tal, que ahora fue Ozzy quien no pudo evitar una sonrisa.
"Que resentimiento, Eddie! -Comentó, burlándose del comentario anterior de su interlocutor -Quien te oyera diría que no estás vivo gracias a ella!"
La risa burlona terminó de desaparecer del rostro de Eddie, un rostro deforme y grotesco que consistía más en unos pedazos indistintos de carne viva pegados a lo que quedaba de un cráneo, parcialmente cubiertos por una larga y blanca cabellera."La queremos cuanto antes, viva, ante nosotros. Y sin errores, Osbourne" Fueron sus últimas palabras antes de desaparecer entre el humo del cigarrillo y la oscuridad de su rincón. El sol ya se había puesto, y todo lo que quedaba era oscuridad en aquella gigantesca oficina, símbolo del poder y la fortuna del dueño y presidente de químicos Osbourne.
Poder y fortuna. Eso era lo que le había prometido. Poder para vengarlas, poder para acabar con todos los que les habían hecho daño, poder para destruir a todos los que odiaba, a todos los que le molestaban, a todos los que envidiaba, a todos los que siquiera se atrevían a mirarlo mal. Tanto poder que el mundo prácticamente iba a quedar a su merced. Pero el poder tiene un precio, y cuanto mayor el poder, mayor es el precio.
Pero vender el alma no duele... Al menos no al principio.
Y vender a tu mundo? Es gracioso, pero probablemente si alguien te ofreciera lo suficiente ni siquiera pensarías en lo que realmente estás haciendo.
Ozzy no lo pensó. El quería poder, y lo obtuvo... Pero obteniéndolo, selló su destino. Se convirtió en un títere, en un instrumento de destrucción.
En un esclavo: Un esclavo del poder que había obtenido.
En un Powerslave.
Eso es lo que obtienes cuando vendes a tu mundo y a tu gente.

martes, 17 de julio de 2007

IRON MAIDEN

-Dice que vino del espacio exterior. Que es una princesa que vino tan rápido como pudo con tal de salvar este mundo antes de que sea demasiado tarde. Dice que necesita ser libre para detener el mal inminente. Pero lo realmente extraño, es que dice que su fuerza sobrehumana viene de su virginidad que se haya protegida al interior de su cinturón de castidad.

Es un caso interesante de mitomanía. Por lo visto, ella se refugia dentro de una fantasía heroica que le da un propósito a su existencia y a los sufrimientos a los que ha sido sometida. Su mundo tiene un enemigo claro y evidente, tal vez influenciado por la lectura del Nuevo Testamento, en particular, el siempre dañino apocalipsis.

"Fui abandonada, mi mente en blanco, necesitaba tiempo para pensar y alejar las memorias de mi mente. ¿Qué pude ver para creer que lo que vi fue real y no fantasía? Justo lo que vi en mis viejos sueños fueron los reflejos de mi mente alterada observándome. Porque en mis sueños siempre hay un rostro malvado que tuerce mi mente y me lleva a la desesperación. En la niebla las figuras oscuras se mueven y se retuercen, como en una especie de infierno...666, el número de la Bestia, infierno y fuego, pidiendo ser liberados..."

Naturalmente, le pregunté sobre sus padres, en busca de una tendencia satanista en la cual se estuviese refugiando, pero la declaración me llevó por otro rumbo:

"Mi madre fue una reina y mi padre nunca estuvo ahí. Cuando viví en la mentira que era mi vida, el miedo era mi juego, sentirlo no era más que una pantomima, pero el terror silencioso reina en mi mundo, el miedo es real, pero no puedo morir, soy una Powerslave. Solo yo tengo la fuerza interior para derrotar a la amenaza que viene."

Lo primero que se puede pensar es que fue víctima de abuso durante su infancia. Según sus declaraciones, jamás conoció a su padre, por lo que podemos pensar en el abuso psicológico realizado por parte de una madre abusada físicamente por un desconocido. Lo de Powerslave... ¿quién no desea acaso ser poderoso para enfrentar este mundo imposible?

"Su nombre causa horror en el corazón de los hombres, se convirtió en leyenda entre los mortales. Su nombre causa horror en el corazón de los hombres, es un dios entre mortales."
La presencia de una persona que ella busca es recurrente en su mitología personal, una personificación de la maldad, alguien a quien ella identifica con el número de la bestia y con el final de los tiempos, una imagen que afianza mi teoría del hogar sin figura masculina. Ella lo llama Black Sabbath.

"Un hombre de rostro blanco como marfil con hordas incontables llegó a través del mar, de la costa dorada, cruzando siete mares, para traernos miseria y dolor, asesinando nuestras tribus, nuestras creencias. Los enfrentamos valientemente, llevamos a muchos al infierno, pero eran demasiado para los Cree. No pudimos enfrentarlos en su propio juego, a ellos que apuñalan la espalda y matan mujeres y niños, cobardes e imparables. Sus soldados azules cazando y matando como si fuese un juego, violando las mujeres y desechando los hombres."

El relatar la caída de su "gente" a manos de los conquistadores, que son, una vez más, una representación clásica del violador, de la fuerza masculina que destrozó su vida me pareció bastante interesante. Me intriga sin embargo su descripción de estos seres que corresponden a los seguidores del Black Sabbath:

"La raza de los asesinos, o la semilla del Demonio, está siempre en guerra, mostrando a los incrédulos el horror, sus razones para la masacre son la sangre y la carne, con las que lubrican a su máquina de guerra, Black Sabbath."

La existencia de los seguidores en particular no puedo asociarla con una persona de su pasado, aunque puedo arriesgarme a teorizar que ella es además de mitómana, paranoica. ¿O por qué puede imaginarse como perseguidora y perseguida?

"Porque él es un Dios, pero al mismo tiempo un hombre y el ha de morir también. Debo encontrarlo, debo hallarlo y golpearlo antes que se acaben estos mil años, sin importar si toma mi vida, me llevaré la suya, con el olor de humo ácido y su aliento a caballo, mientras me sumerjo en una muerte inevitable. Sin una sola lágrima moriré con tal de borrarlo de la existencia. Necesito encontrar al Black Sabbath que en ningún lado parece encontrarse. Pero vendrá. Sé que vendrá aquí. Solo debo esperar."

Lamento que este caso no me haya sido asignado antes de la terapia de choques eléctricos. Mucho de lo que dice el paciente carece de sentido o coherencia, al punto de hacer muy difícil la identificación del lugar en el que espera la llegada de Black Sabbath. Los archivos de su ingreso no mencionan donde fue encontrada antes de ser traída aquí. La doctora Cooper detuvo su grabadora y retiró el disco, para marcarlo y archivarlo dentro de su seguimiento de la paciente identificada tan solo como "Iron Maiden" por el personal del sanatorio. Faltaban dos minutos para la medianoche, cuando el color de las luces cambió, desconcentrándola. Se sentía un poco extraña, un tanto ansiosa cuando oscurecía. Decidió que era suficiente por esa noche.

Ahora, ¿alguna vez ha pasado los dedos por la pared y sentido una picazón en la piel del cuello cuando trata de buscar la luz?¿escalofríos?¿temor de mirar a ese rincón de la sala desde el que siente que alguien lo mira?¿ha estado solo de noche y al escuchar pasos detrás suyo da vuelta y no hay nadie ahí? La doctora Cooper sentía todas esas cosas. Al acelerar el paso, se le hacía muy difícil mirar de nuevo en dirección al lado oscuro de la sala, segura de que había alguien. Su mente le jugaba trucos de vez en cuando, ella lo sabía, aunque procuraba ocultarlo a sus superiores.

Mientras tanto, Iron Maiden esperaba al interior de su fría celda cuando las campanas comenzaron a sonar. Las arenas del tiempo ya se estaban agotando. Ella sabía que era hora. En cualquier momento llegarían, si no estaban ya en el sanatorio.

La vida en el sanatorio había sido una extraña ilusión. Por un momento llegó a pensar que había enloquecido, pero la verdad había regresado, fría como el metal la había estado esperando en la oscuridad, dejando extender su sombra en la celda, para abrazarla, para recordarle que la aventura iba a comenzar. Se levantó de su cama y rodeó con sus manos en los barrotes de su celda.

La doctora escuchó los ruidos de aquellos que la esperaban en el exterior. No había adonde salir y sabía que había alguien detrás de ella, que le dijo que no gritara y que no mintiera, o lo pagaría caro. Quería saber donde estaba Iron Maiden. Señaló en dirección al pasillo de pacientes confinados y pudo ver que de la oscuridad surgieron cientos de hombres en túnicas azules. ¿Cómo podía creer lo que estaba viendo?¿Quién le creería si ella no era capaz de hacerlo?
Iron Maiden era una mujer distinta a aquella que conocía, estaba cubierta de hierro, cual si fuese una segunda piel, y tenía un brillo verde surgiendo de ella, saliendo de sus ojos como si fuese un fuego quemándola desde su interior.

Los trozos de tela que fueron hacia el pasillo regresaban con la esperanza de huir, pero era muy tarde. Las antorchas y los cantos que estaban entonando se silenciaron violentamente, porque por todo el amor que sentían por la muerte, no gustaban de morir ellos mismos. Las túnicas que les servían de vestidos se convertían en bolsas para sus propios cadaveres. La gelatinosa materia gris de aquellos que fueron a la vanguardia estaba esparcida por las paredes acolchonadas.

Un círculo de fuego es lo que era, un bautizo glorioso para la doncella que solía estar encerrada al fondo del pasillo. Era por un momento esclava al poder de la muerte, rodeada de los restos de sus enemigos, bañada en sangre, satisfecha de una sed que ignoraba haber tenido.

"Mira la sangre que fluye por las paredes y cae sobre mi cabeza, mírala fluir por sus cuerpos mientras caen en el suelo, Iron Maiden no puede ser derrotada, Iron Maiden no puede ser subyugada." Y con eso, rompió la cabeza del líder contra el suelo, con un sólo y sonoro golpe.

Dijo también: "En el abismo caeré, el ojo de Horus. En los ojos de la noche me verás partir, verde es el ojo de gato que brilla." Y el brillo desapareció. El hierro cayó en pedazos en el suelo, como su hubiesen roto el molde que la contenía. Su cuerpo estaba entumecido y su garganta estaba seca. Sin dejar salir una sola lágrima, caminó hacia la puerta y se fue.

Fin del Capítulo 1.